sábado, 19 de noviembre de 2011

Luces, cámara... ¡Mitin!


Comienza un nuevo día en Cuenca. Esther, de 28 años, se prepara para ir a la cafetería en la que trabaja de lunes a viernes. Pero además, hoy tiene otra tarea pendiente: mirar el programa electoral de los partidos que se presentan a las elecciones. “Mi contrato está a punto de terminar, y dada la situación de crisis en la que estamos, me preocupa mucho mi futuro. Además siempre he valorado mi voto y quiero dárselo a quien de verdad lo merezca”. Belén, estudiante de Magisterio de 19 años, se dirige a clase convencida del voto que depositará en las urnas. Ningún programa le hará cambiar de opinión: “siempre he tenido una ideología muy comprometida y no pienso bajarme del barco cuando las cosas se ponen feas”. Muy lejos de esta opinión se encuentra Víctor, de 41 años, gerente de una tienda de ropa. Mientras abre su negocio, cae en la cuenta de que a pocos días de la cita electoral, todavía no ha decidido su voto. Está confuso ya que no se siente representado por ningún partido: “Visto lo visto, no sé quién mirará realmente por nosotros. Tal vez le de la oportunidad a un partido minoritario, como va a hacer mi grupo de amigos”.

Estos tres sujetos son estereotipos del electorado español, que el día 20 de noviembre se dará cita en las urnas. Sin embargo, en fechas tan señaladas como estas, lo primero que habría que preguntarse es por qué votan los ciudadanos. “Los votantes se pueden dividir en tres grandes grupos según sus motivaciones a la hora de dirigirse a las urnas: acérrimos, racionales e indecisos”, afirma Antonio Laguna, analista de comunicación política. Por un lado, estarán aquellos incondicionales que como Belén, se identifican con las siglas del partido por herencia ideológica o valores inculcados. Habrá un segundo grupo de votantes que se guíen por el programa electoral de cada partido, dependiendo del panorama actual dominante, como Esther. Por último, el tercer conjunto serán los indecisos que votan en función del candidato con el que más simpatizan y no suelen leer los programas, como es el caso de Víctor.

A pocos días de la fecha clave, los partidos repasan su estrategia a seguir. Centrados en estos grupos de votantes, se plantean distintos reclamos: actos protagonizados por los líderes como mítines, debates o entrevistas, y otro tipo de propaganda como carteles, folletos o megafonía harán el resto.

Los votantes racionales son los más difíciles de convencer ya que se guían por su propio criterio. El debate y las entrevistas pueden ser determinantes para orientarles. Los indecisos, por su parte, son el principal objetivo de los partidos políticos de cara a las elecciones. Por eso se piensa en ellos para hacer las estrategias de propaganda. Un ejemplo típico de estas estrategias puede ser el contacto directo con la ciudadanía a través de abrazos o saludos amistosos, acompañados de promesas y regalos. Incluso si la campaña coincide con algún día festivo, es utilizado como reclamo: “En la campaña del 2007, aprovechando que era el Día de la Madre, compramos unas pequeñas macetas y a modo de detalle, las repartimos entre las madres”, confiesa José Ramón Pulido, asesor de Francisco Pulido, antiguo alcalde de Cuenca. En definitiva, se busca simpatizar con el electorado en calles, lugares cotidianos, o al finalizar un acto político. Por último, los votantes acérrimos encuentran sobre todo en el mitin, la manera de sentirse identificados. Este acto está considerado una vía para mantener el fervor y la pasión de los asistentes. “Se concibe como un elemento de potenciación del militante, de reafirmación de los propios”, según Antonio Laguna.

Esta forma de llegar al público tan habitual en campaña, cobra especial protagonismo de cara a la recta final, multiplicándose por toda la geografía española. Hoy le toca el turno a Cuenca y al restaurante Salón Latino.

Carmen, una jubilada conquense de 65 años, apoya al Partido Popular desde siempre. Por eso, a falta de media hora, espera ansiosa a que comience el mitin de MªDolores de Cospedal. Sale de su casa ilusionada por asistir a un acto de esa magnitud en su propia ciudad. A su llegada, se encuentra con viejos conocidos igual o más entusiasmados que ella. Una vez dentro del salón, todo está preparado para que de comienzo el mitin que todos los militantes llevan tanto tiempo esperado. “Va a ser la primera vez que vea a la presidenta en persona”, confiesa Carmen. El salón está dispuesto para la ocasión: equipos de música e iluminación, zona de prensa y un adornado escenario desde el que Cospedal se dirigirá a sus fieles. Poco a poco, la sala se va llenando de público con banderitas azules proporcionadas a la entrada. Todo está punto. Solo falta que llegue la protagonista. De repente, algo parece indicar que se acerca el momento. Un integrante del partido dirige la mirada hacia el control de sonido. Alza la mano y comienza la cuenta atrás con los dedos. Cinco segundos después, la sintonía del Partido Popular resuena por toda la sala y las banderitas se agitan llenando de color la entrada de Cospedal.

En palabras de José Ramón Pulido, “el mitin es la expresión de alegría por los compañeros unidos”. Sin embargo, ¿es un acto espontáneo? Según algunos expertos, se trata de una puesta en escena muy estudiada donde no hay espacio para la improvisación. “La clave es tener el control para que una simple anécdota no se convierta en noticia. O lo tienes o no eres nadie.”, destaca Laguna. Además, el mitin es un acto pensado para ser retransmitido por televisión ya que muchos expertos opinan que solo funciona si tiene repercusión mediática. Esta es la razón por la que los periodistas acreditados no pueden ejercer su labor con total libertad. De hecho, los diversos momentos que vemos en televisión de estos actos, son preparados por el equipo de realización del propio partido para obligar a los medios a emitir ese corte. Este equipo se encarga también del control previo de esa grabación, asegurándose de que la cámara enfoque directamente a la grada frontal. Centrando la atención en esta zona, se impide que se capte cualquier incidencia que pueda ocurrir en las gradas laterales.

De cara a la retransmisión del mitin, se prepara incluso algo tan insignificante a simple vista como es la colocación de los asistentes. Por ello, el público joven suele estar cerca del mitinero con el objetivo de aportar frescura al mensaje. “Normalmente se pone detrás a gente de las nuevas generaciones de nuestro partido ya que da sensación de jovialidad y entusiasmo”, afirma Rocío López, candidata al Congreso por el Partido Popular de Toledo. Además, para dar énfasis a determinados momentos del acto, hay una persona que indica al público cuando tiene que aplaudir, levantarse o agitar las banderas. El objetivo es lograr la mayor espectacularización posible de cara a su emisión en televisión.

Teniendo en cuenta este propósito, el equipo político cuida especialmente la manera de llegar al público. Para ello, se atiende al mensaje y a todo lo que lo rodea. Cospedal también es consciente de ello desde el momento en que se pone delante del micrófono. Por eso, mide cada uno de sus gestos y palabras. Durante el mitin, se dan cita los movimientos de manos rotundos, un tono de voz enérgico y una mirada fija y segura. Además tiene en cuenta otro recurso básico en todo discurso político: la interactividad con el público mediante preguntas y ejemplos sobre temas cercanos al auditorio. En este caso la mitinera, alude a asuntos como el AVE y la agricultura en la provincia.

Luis Carlos Sahuquillo, candidato al Congreso por el PSOE de Cuenca, remarca la importancia de adecuar el mensaje al público atendiendo a características como la edad, el lugar de origen, el nivel socioeconómico, etc. “Cuando me dirijo a un público de avanzada edad, suelo comparar el panorama actual con otros tiempos más difíciles y precarios que ellos mismos vivieron. Sin embargo, si el auditorio es más joven, les hablo de la falta de oportunidades de cara al futuro. En definitiva, busco la identificación del público a través del mensaje”, afirma el candidato socialista. Incluso podría decirse que el público va a oír lo que quiere oír, y los políticos son conscientes de ello. “Hay que poner en el anzuelo lo que le gusta al pez” reitera Rocío López.
Además, para que un discurso sea eficaz y persuasivo, Antonio Laguna incide en que la preparación del mismo ha de basarse sobre todo en la agenda de los medios, las preocupaciones de la opinión pública y la previsión del comportamiento electoral.

Por otro lado, Rocío López también destaca la importancia de la comunicación no verbal: “un buen discurso no es nada sin atender a las técnicas del lenguaje no verbal”. Tanto es así que se ha calculado que tan solo el 35% de una conversación o discurso depende de este tipo de comunicación: gesticulación, proxémica, posturas, miradas, etc. “Muchas veces hablamos con las manos. Meros gestos como tocarse la nariz o meterse las manos en los bolsillos pueden significar que tienes algo que esconder o incluso que estás mintiendo”, añade Rocío López. “Lo más importante es mirar a la cámara, da mucha seguridad”, según Nuria Martín, jefa de prensa del PSOE en Cuenca.


Sin embargo, ¿un buen comunicador nace o se hace? Normalmente, son la práctica y la experiencia las que forman al auténtico orador. Para aprender y perfeccionar estas técnicas de lenguaje verbal y no verbal, varias fundaciones ofertan cursos destinados a responsables orgánicos y políticos. Una de ellas es la Fundación Ideas que se centra en la formación en comunicación política y electoral para portavoces, entre otros tipos de seminarios relacionados con el tema. La candidata Rocío López, consciente de la necesidad de aprender estas pautas, afirma que todos los miembros de cualquier partido deberían tener una formación intensa en oratoria. Antonio Laguna también destaca la importancia de este aprendizaje a nivel regional y nacional ya que “en alta política todo está perfectamente estudiado”. Además de este tipo de preparación, los asesores también juegan un papel determinante ya que en muchas ocasiones son ellos mismos los que elaboran el discurso del político. “Yo tenía complejo de José Luis Moreno. Lo que haces es mover la boca del candidato y cuando no lo hace, te cabreas”, apunta irónicamente Laguna. En cambio, Nuria Martín comenta que a nivel local, no se da tanta relevancia a este tipo de cursos y es el propio candidato quien decide su estrategia de comunicación.

De todas estas pautas comunicativas y organizativas se encarga el equipo que está detrás del político, formado por unas cien personas en los partidos mayoritarios a escala nacional. Los principales cargos ocupados de la gestión y organización de un mitin son: el secretario de organización, el jefe de gabinete y el responsable de comunicación. “Para empezar, el secretario de organización busca que todo esté en orden desde el punto de vista del candidato y de los asistentes. Se encarga de contratar los autobuses y de organizar y colocar a los militantes, así como suministrarles todo tipo de propaganda electoral y llevar el presupuesto general del partido. Por otro lado, está el jefe de gabinete, que coordina la agenda y las relaciones con los políticos de la ciudad donde va a intervenir el candidato. Además se encarga de los aspectos protocolarios como las invitaciones y de organizar los equipos de seguridad. Por último, tenemos al responsable de comunicación, que dirige a los equipos internos: acreditaciones, montaje, realización, sonoridad, música, aplausos, etc.”, explica Laguna.

A nivel local donde el presupuesto escasea, la preparación y el volumen de los equipos se reduce a un pequeño gabinete de prensa. “Cuando viene a la provincia algún político nacional de renombre, la organización del acto corre a cargo de Madrid. De hecho, son ellos los que llevan el presupuesto y nos envían toda la cartelería para colocarla en el escenario que se vaya a utilizar. Si el mitin está protagonizado por el candidato de la provincia, lo preparamos nosotros. Aunque de una manera más modesta, como es obvio. Es el propio candidato quien prepara su discurso y si lo necesita, pedimos datos concretos a Madrid como notas de prensa o valoraciones de otros candidatos.”, según aclara Nuria Martín.

Son las 8 de la tarde y termina el mitin de Cospedal. Los asistentes salen contentos y convencidos del discurso que acaban de escuchar. “Si estando en este salón lograra más votos para ellos, me quedaría aquí toda la noche”, afirma emocionada Carmen. Comentarios como este pueden ser la clave para saber si el mitin ha tenido éxito. “Lo más importante es que para el asistente sea el gran mitin de su vida, transmitiéndole toda la pasión e intensidad posible”, argumenta Antonio Laguna.

Como se ha visto, el equipo político no escatima esfuerzos a la hora de organizar estos actos para alimentar y reafirmar las ideas de los asistentes. El resultado es la puesta en escena de un auténtico acto de fe en el que todo está perfectamente milimetrado. Por ello, no sería de extrañar que algún mitin empezara a la orden de: 

                     Luces, cámara… ¡mitin!



Cristina Barba Martínez
Pilar Piqueras Corchano
Raquel Martín Juan