martes, 13 de marzo de 2012

Corrupción en calumnia y difamación.

Los hombres que no amaban a las mujeres es el primero de los libros que componen la trilogía Millenium. Es obra de Stieg Larsson, y fueron publicados al poco tiempo de su fallecimiento.


En este libro el autor nos presenta a Mikael Blomkvist, un periodista de investigación que funda junto a su amante la revista Millenium. En ella se dedican a destapar trapos sucios y casos de corrupción en el mundo de la política y las finanzas, hasta que Mikael es acusado por calumnia y difamación por parte de un gran empresario, Hans-Erik Wennerström. La información para sacar a la luz sus negocios sucios se la facilitó un viejo amigo, y por supuesto no podía revelar su fuente. Tras el juicio, Mikael fue condenado a tres meses de prisión y ciento cincuenta mil coronas de indemnización por daños y perjuicios. Sin embargo, aun conociendo la sentencia, siguió manteniendo sus ideas sobre el empresario que acababa de mandarle a prisión.

Lamentablemente, casos de corrupción los hay todos los días y en todas partes, y el desmantelarlos es algo realmente difícil. En numerosas ocasiones, estos fraudes saltan a la vista, y si no, ¿Cómo alguien que ha tenido siempre un sueldo similar al de la media del resto de ciudadanos, consigue un puesto en política, por ejemplo, y de la noche a la mañana se nutre de bienes inmuebles de lujo y caprichos? Ocurre delante de nuestras narices, pero nadie tiene las pruebas consistentes para denunciar los hechos. Un periodista que intente mostrarle al resto del mundo un escándalo pone en juego no solo su vida sino también la de quien le rodea.
Por otro lado, difamación y calumnia son delitos en la profesión periodística. Ser acusado de ello puede envolverte en un serio problema, sin embargo hay que diferenciarlas bien. La difamación se trata de la transmisión de información falsa acerca de una persona con ánimo de dañar su honor, mientras que la calumnia es la imputación falsa a una persona aun sabiendo que es un hecho falso. No creo que una persona que arriesgue tanto de su vida para destapar algo que considera injusto según toda la información recaudada lo haga a sabiendas de que es un hecho falso. Aun así, si un periodista no posee las fuentes necesarias es recomendable hacer una mejor investigación antes de publicar cualquier cosa.

Otros principios
Cristina Barba Martínez (@Criskat9)

martes, 6 de marzo de 2012

Periodismo de investigación ¿nutrido de fuentes fidedignas?

La puesta en escena del daño  que se le puede hacer a un periodista con una reputación intachable hasta el momento, acusado de informaciones difamatorias a una importante empresa. Uno de los puntos que me llaman la atención es el escaso compromiso de los demás profesionales de los medios de rastrear esa información, primando el descalificar a un colega de profesión. La competencia siempre ha existido, pero ¿prima sobre la información verídica? En este caso sí, lo importante es desprestigiar a Mickel. Son los periodistas los encargados de desmantelar este tipo de corrupciones políticas; sin embargo si la información que se investiga es perjudicial para algunos de los poderosos empresarios y empresas todo se complica. La lectura es un claro manifiesto de lo complicado que puede resultar a los periodistas el enfrentarse a según qué temas. Es muy llamativo que en sólo una ocasión se exponga por un lado, la carrera exitosa de Mickel, y por otro lado la trayectoria profesional que “indica que era un reportero muy prudente”, acompañando sus investigaciones de documentación sólida.
El hecho de que Salander sea la única que construya otra realidad que la obvia y especule con la sentencia judicial, deja entrever las incógnitas que plantea la denuncia de difamación. La duda que comienza a existir en el caso Wennerström, sobre las difamaciones del periodista  Mikael Bolmkvist comienza a plantear la honestidad de la empresa en otras ocasiones. También es importante añadir que la importancia de las fuentes y las consecuencias que éstas te pueden ocasionar. Como conclusión de estas primeras 90 páginas del libro Los hombres que no amaban a las mujeres, resaltaría lo importante que es la información y lo difícil que es llevar a cabo este tipo de trabajos. Dónde lo que prima son los intereses económicos y sociales de algunas personas, que están por encima de la investigación para esclarecer la verdad del asunto. Cuando jugamos con enfrentarnos al poder y el dinero, para esclarecer un hecho que puede resultar perjudicial para especuladores, los problemas comienzan a aflorar. Empresarios que se enriquecen a consta de mercados y políticas que se lo permiten. Inversores que a través de divisas, inmuebles, negocios con los que ganar dinero de forma rápida, sin ningún tipo de ética, ni conciencia social. Todo un entramado de influencias: juntas directivas de empresas, bancos y el gobierno aceptando situaciones similares.
No está tan lejos de la realidad en la que hoy día vivimos. Multimillonarios que montan tramas para lucrarse, en su mayoría pertenecientes a las élites de las finanzas. Temas de corrupciones políticas que están a la orden del día, hilos que conectan empresas y cargos públicos. ¿Somos conscientes de lo que sucede en nuestro país, en nuestro mundo? Historias que nunca saldrán a la luz, nunca llegaremos a conocer porque hay a quién le interesa que sea así. Podemos recordar muchos casos de este tipo: imputados que resultan ser absueltos, tráfico de influencias, facturas sin justificas…muchas cuestiones similares, inundan nuestra prensa y medios de comunicación diariamente. La tarea principal de un periodista de investigación es desmantelar y demostrar que algunos se enriquezcan de  los contribuyentes y negocios fraudulentos. Incluso a empresas como Milton Security con dedicación a investigaciones de este tipo, la presión, las influencias…le hacen en un principio pensar y  mermarse ante estos asuntos. La información debe ser tranparente, fluida, concreta… Es un derecho que las personas debemos exigir y valorar como se merece. En una sociedad democrática el derecho de informar y ser informado es uno de los principios fundamentales que se deben respetar.




Alba Martínez Quintero. (@albabarambio)