lunes, 16 de abril de 2012

Pasen y lean, la monarquía está que arde.

En estos tiempos en los que el dinero abunda, no hay nada como ir de cacería de elefantes a Botswana, o por lo menos así lo considera el Rey de España. Lástima que Don Juan Carlos no pudiera terminar con buen pie su velada al tropezarse rompiéndose la cadera y el fémur.
La caza de un elefante ronda los 30.000€, que con safari asciende a 45.000€ aproximadamente. Vaya, con el sueldo del monarca solo podrá realizar dos cacerías más este año. Ah, no, que a esta ha sido invitado, entonces todavía le quedan tres.
Don Juan Carlos fue intervenido quirúrjicamente en el hospital San José de Madrid la madrugada del sábado, pero hasta hoy no ha recibilo la visita de su mujer. El príncipe Felipe asume ahora la agenda pública en la que debía haber estado trabajando su padre estas dos últimas semanas en su viaje privado.
Éste se suma a los últimos tropiezos de la Casa Real que, curiosamente, ha coincidido con el 14 de abril. Una oportunidad que han aprovechado los seguidores de la república para celebrar su 81 aniversario y reivindicar la tercera.


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Cristina Barba Martínez (@Criskat9)

Planes de jubilación

A estas alturas, toda España sabe del “desafortunado accidente” que nuestro Jefe de Estado sufrió hace pocos días. Parecería malicioso dar las gracias a este, repito, “desafortunado accidente”. Pero en verdad, creo que todos los españoles deberíamos agradecer que nuestro monarca esté delicado de salud y que aún así, haya decidido darse el lujado de una escapada por Botswana de safari, con cacería de elefantes incluida. Todo por el módico precio de 45000 € pagados por nosotros, los necesitados contribuyentes. Porque queridos amigos, lo de que ha sido invitado a mí me suena a una dudosa falacia propia de alguien que no quiere cabrear a la sociedad más de lo que ya está. Y  no es para menos: con una crisis que ahoga al español medio, un yerno subido al carro de la corrupción y con otro yern…perdón, ex – yerno, dejando que el nieto Froilán juegue con armas y se auto flagele el pie, la monarquía está echando por tierra la poca credibilidad que le otorgaba algún sector de la población ingenuo.

A pesar de todo esto, lo que peor sienta es comprobar que los recortes en sanidad efectuados por nuestro gobierno no afectan en absoluto a la cadera y al fémur de nuestro Rey, que fue trasladado de inmediato a su querido y desequilibrado país para ser operado con urgencia.

Y es que queridos, nuestro pobre Jefe de Estado, quería sentirse joven, y en un intento de librarse de esa odiosa lacra que es el paso de los años, quiso seguir cazando como lleva haciendo desde crío –lástima que su hermano no esté para cazar con él- . Por suerte y para el conocimiento de todos los españoles (incluido el del inocente gobierno de Rajoy) Juan Carlos I se cayó literalmente con todo el equipo, delatando sus hobbies de Pascua, curiosamente un precioso 14 de abril.

Con todo lo que se le viene encima, no me extraña que le haya dejado su agenda a su hijo Felipe (al que no envidio nada ahora), como tampoco me extraña que su señora, la Reina Sofía prefiriera quedarse en Grecia para acabar las vacaciones. Claro que sí, España va de puta madre (¡golfos!), que ni se quedan con nosotros para disfrutar del copago y de la prima de riesgo.

Aprovecho este momento de alegoría para decirle a su majestad que estando en estas fechas tan oportunas, lo mejor es que piense en la jubilación.

Ahí lo dejo.




Raquel Martín Juan (@RachelMJ7)

¿Qué será lo próximo?

La Familia Real no gana para disgustos. Primero fue Urdangarín, el yerno perfecto del Rey quien se enriqueció mediante una organización sin aparente ánimo de lucro. Después, le tocó el turno a Froilán, el nieto de trece años que se disparó accidentalmente en el pie. Y ahora es el Rey quien ha vuelto a dejar en evidencia a la Monarquía, a costa de su cadera y de su fémur. Todo ocurrió este sábado en Botswana. Al parecer, Juan Carlos I estaba en un safari cazando elefantes cuando ocurrió el fatal accidente. Los médicos afirmaron que se trataba de un "tropezón casual en un escalón".



Y ahora yo me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si el Rey no se llega a caer? ¿Nos habríamos enterado de que en su tiempo libre se dedica a cazar elefantes y lo que no son elefantes? Desde la Casa Real, se ha dicho que todo fue fruto de una invitación a su Majestad. Al margen de las dudas que pueda suscitar la financiación del viajecito, media España se pregunta: ¿Es ético que el Jefe del Estado se divierta de esta manera con la que está cayendo? ¿No se supone que su misión es representar a nuestro país y velar por su imagen? ¿Dónde queda su prestigio? Llegados a este punto, solo puedo alegrarme de esta metedura de pata real, tan oportuna para reflexionar sobre el papel y la utilidad de la Monarquía.




Otros Principios
Pilar Piqueras Corchano (@karusa26)

miércoles, 11 de abril de 2012

UNESA: un ejemplo de 'lobby' en España

UNESA es la Asociación Española de Industria Eléctrica. Está reconocida como uno de los grandes lobbys en España porque representa los intereses de varias empresas del sector, tratando de influir en las decisiones gubernamentales. Algunas de las empresas representadas son Endesa, Iberdrola, gasNatural fenosa, E.ON España y HC ENERGÍA. En definitiva, su función es impedir o forzar la aprobación de determinadas medidas favorables a su estrategia. Un ejemplo lo encontramos en las noticias que aparecen en la Sala de Prensa de su página web. Todas ellas están relacionadas con diversas peticiones al Gobierno: “Unesa pide al Gobierno que eleve un 30% los peajes de la luz” o “Unesa  urge al nuevo Gobierno del PP a reformar el sector energético”. También se promocionan en Twitter con algunos mensajes intencionados sobre la situación eléctrica. Aunque lo que más abunda son noticias favorables sobre sus inversiones y gestiones, como por ejemplo: “Las actividades eléctricas generan más de 200.000 empleos directos e indirectos en España”.

Además, la página web muestra el seguimiento de la regulación legislativa en Europa y España. En resumen, reúnen y procesan información sobre la actividad gubernamental y de otras instituciones.  En su versión online, también constan todas las actividades y promociones que organiza: conferencias, reuniones, entregas de premios, libros, etc. Es decir, divulgan información sobre la posición de la patronal. Aún así, no se especifica claramente la naturaleza y las funciones de UNESA ya que se centran en maquillar todas sus acciones, obviando lo negativo.

Por otra parte, no muestra total transparencia porque la financiación no está detallada claramente en la página web o es de difícil acceso. Ni siquiera aparece nada en el BOE. Aquí sólo se incluyen resoluciones sobre la formación del personal y la organización de estas empresas junto a decretos y recursos con respecto a la regulación de las leyes impuestas por el Gobierno. Es curioso comprobar cómo presumen de su accesibilidad y transparencia desde la versión online. El problema es que existen muchísimos documentos pero están poco estructurados.




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Pilar Piqueras (@karusa26), Cristina Barba (@Criskat9), Raquel Martín (@RachelMJ7) y Alba Martínez (@albabarambio)

Recortes en educación + sanidad = NO FUTURE





¿Cuáles son las técnicas para la comunicación del mensaje político en las instituciones?

Hoy en día, nadie duda del protagonismo que ha cobrado la comunicación verbal y no verbal en el mundo de la política. Se calcula que detrás de un líder nacional, hay un equipo formado por unas cien personas. A nivel local donde el presupuesto escasea, la preparación y el volumen de los equipos se reduce a un pequeño gabinete de prensa. Aún así, el propósito es el mismo: dar a conocer públicamente sus decisiones para que sean aceptadas por los votantes. Para ello, se emplean unas serie de técnicas de comunicación entendidas como “el conjunto de reglas (principios) y procedimientos (aplicaciones específicas) de la comunicación de intención persuasiva que, con recursos psicológicos e informativos, llevan a cabo las instituciones para influir en los destinatarios con el fin de conseguir en éstos una adhesión permanente para ejercer y distribuir el poder, y realizar el bien público”. (Canel, 1999)

Con este propósito en mente, normalmente “el diseño de las estrategias comunicativas comienza con el planteamiento de las clásicas preguntas de Lasswell: quién (emisor), dice qué (mensaje), por qué canal (oral o escrito), a quién (receptor) y con qué efectos (incidencia en la actitud de los receptores)” (Laguna, 2010). Éste simplemente es el primer paso que ha de tener claro cualquier institución, pero las técnicas de comunicación van mucho más allá. Graber realiza la siguiente clasificación:
-      Cesión de información
-      - Ocultamiento de información
-      - Escenificación u organización de eventos
-      -Comunicación persuasiva o publicidad institucional

Es importante señalar que estas estrategias hacen su aparición cuando el político ha ganado unos comicios y no sólo en la campaña electoral. A pesar de que ya ostente el poder, éste ha de conservarlo. Por ello, el equipo que lo rodea tiene que esforzarse en realizar una “campaña permanente” donde el líder mantenga su imagen de cara a sus votantes. El político añade un plus de responsabilidad a su gestión ya que no goza de la misma libertad que antes. No puede hacer promesas con “fecha de caducidad incorporada” (Del Rey, 1997). O dicho de otro modo, mientras éste era candidato los compromisos y propuestas no tenían la misma validez que durante su mandato. De hecho, el incumplimiento de lo que dijo puede enterrar la confianza que en él depositaron aquellos que le apoyaron en las elecciones.

Volviendo a las técnicas de comunicación antes citadas, Canel señala que el éxito de las misma se basa en la justa medida con que se combinen. Esto quiere decir que los Gobiernos no utilizan una u otra estrategia, sino que optan por un equilibrio entre las mismas según sus necesidades políticas.

La cesión de información es básica ya que los políticos son conscientes del papel de los periodistas como enlace con los ciudadanos. Por este motivo, utilizan el poder que tienen los medios de comunicación de masas para difundir aquello que les interesa. Para ello, intentan mantener una relación cercana y constante con los media y se esfuerzan por satisfacer sus demandas. De esta manera, pueden atraer con mayor facilidad a los periodistas y “colar” informaciones que de otra manera no llegarían a los ciudadanos.

Respecto al ocultamiento de información, hay que señalar que los Gobiernos tienen el derecho a no desvelar determinadas informaciones si son perjudiciales para la “seguridad del Estado”. El problema es que a veces esto es una mera excusa para evitar publicaciones que afectan a la institución en sí, no a los ciudadanos. Entre las estrategias que utilizan los políticos encontramos: las mentiras, la confusión intencionada, la suavización del lenguaje, la neutralización de las noticias negativas, el off the record y las filtraciones. Desgraciadamente, tenemos varios ejemplos en la historia reciente de nuestro país: ¿Quién no recuerda la insistente negación de la crisis por parte de Zapatero? ¿O la teoría del PP sobre la autoría de los atentados del 11-M?

Otra estrategia muy típica y necesaria es la organización de eventos. De esta manera, la institución intenta hacerse eco entre los medios. Entre este tipo de acontecimientos mediáticos, podemos destacar: las ruedas de prensa, los briefings de prensa, los eventos especiales como los homenajes y los discursos. A pesar de que sean maneras recurrentes de acercarse a las instituciones, los periodistas se quejan porque estos actos suelen estar muy institucionalizados y cada vez es más complicado obtener información.

Por último, hay que citar la publicidad institucional mediante los anuncios en los medios de comunicación y el correo directo.

En resumen, lo que pretenden demostrar tanto María José Canel como otros autores es la importancia que tiene el gabinete de prensa para el líder de cualquier institución. O en otras palabras, quieren dejar claro que la buena gestión de la comunicación es sinónimo de control sobre los votantes. Por este motivo, el equipo del político no deja nada al azar, conscientes de que cualquier error puede tener un precio muy alto para la permanencia en el poder. E incluso, puede ser irreversible…


Otros principios
Pilar Piqueras Corchano (@karusa26)

sábado, 7 de abril de 2012

Una mirada a través de los muros de la Casa Blanca


‘The West Wing’, o en español, El ala oeste de la Casa Blanca’, es una serie estadounidense creada por Aaron Sorkin, avalada por tres Globos de Oro y veintiséis premios Emmy. Durante siete temporadas, Sorkin y su equipo nos acercan a la infraestructura comunicativa de la Casa Blanca. Tal vez ahí resida su éxito ya que el espectador se sumerge en un entramado totalmente desconocido para cualquier ciudadano medio.

Como es de suponer, el capítulo piloto es una presentación de los profesionales que rodean al Presidente Josiah Bartlet (Martin Sheen). En este caso, la trama gira en torno a Josh Lyman, ayudante del Jefe de Gabinete. Unas declaraciones algo desacertadas contra la derecha cristiana ponen en entredicho su puesto. Por este motivo, Toby Ziegler (Richard Schiff) intenta hacer que rectifique ya que él es el Director de Comunicaciones. Su función se resume en esta frase a Josh: “Yo soy el encargado del mensaje que hay que dar”. Ante la negativa de Lyman de acudir a un encuentro con los integrantes del partido cristiano, Ziegler le recuerda: “Es mi trabajo decirle al presidente que lo mejor que puede hacer desde el punto de vista de las relaciones públicas es despedirte”.

En este capítulo, también comprobamos el poder que ejerce Leo McGarry (John Spencer) como Jefe de Gabinete de la Casa Blanca. Es el hombre más cercano al presidente y por lo tanto, todas las decisiones pasan por su despacho. De hecho, es McGarry quien se encarga de reunir al equipo para organizar el trabajo y tomar las decisiones pertinentes. Por otro lado, tenemos a C.J. Cregg (Allison Janney) que trabaja como Secretaria de Prensa. Además, es el enlace entre la institución y los medios de comunicación ya que también ejerce la labor de portavoz.

En realidad, lo más interesante de este capítulo es ver cómo se gestiona el mensaje político y cuáles son las funciones que desempeñan cada uno de los personajes. Este trabajo es muy importante ya que políticos y periodistas conviven y se influyen entre sí. No podrían subsistir los unos sin los otros. Parece que “la política que hoy día no sale en los medios de comunicación no existe; el político que no aparece en la prensa, no trabaja”  (Canel, 1999). Por ello, los responsables de comunicación de cualquier institución o partido han de definir de antemano la estrategia a seguir. Y sobre todo, deben conocer bien los ritmos y exigencias informativas para que no se perturbe la intención inicial de su mensaje.

En el capítulo siguiente, comprobamos todavía mejor hasta qué punto es relevante la labor de los asesores presidenciales. Tanto es así que todos trabajan codo con codo, sin que apenas existan secretos entre ellos. Un ejemplo lo encontramos en el affaire de Sam Seaborn (Rob Lowe) con una prostituta. Como ayudante del Director de Comunicaciones de la Casa Blanca, sabe la importancia de transmitir una imagen ejemplar. Por ello, decide contarle todo a Josh Lyman y Toby Ziegler. Éstos se alarman cuando Sam les confiesa que un periodista les vio juntos en el restaurante. Aún así, Seaborn hace caso omiso de las recomendaciones de ambos y decide volver a ver a la chica. Esto nos demuestra la responsabilidad de la que tienen que hacer gala los políticos ya que cualquier error puede ser difundido por un periodista, lapidando su carrera. No podemos olvidar la función del periodismo como un perro guardián que pretende evaluar la autoridad de nuestros representantes y reivindicar el derecho a saber de la ciudadanía.

Por otra parte, es interesante analizar la estrategia de comunicación del ficticio Presidente Bartlet (Martin Sheen) ya que es muy similar a la de Bill Clinton. En relación a esto, es importante señalar que la serie coincide con el mandato de éste último. Algunas de las características que tienen en común ambos gabinetes es el estilo desenfadado, espontáneo y directo. Un ejemplo lo tenemos en las ruedas de prensa de C.J., que no duda en utilizar el sentido del humor para contestar a los periodistas. Como señala María José Canel, el éxito de un portavoz reside en “estar suficientemente asequible a los medios de comunicación”. También observamos una tendencia hacia la visibilidad en los media,  propia del gabinete Clinton. De hecho, el equipo no duda en reunir a los periodistas para explicarles algo tan trivial como el esguince del presidente. De esta manera, consiguen mantener una relación cercana con los medios y adelantarse a sus necesidades.

También podemos encontrar esa cercanía en la figura del Presidente ya que no duda en llamar a la viuda de un médico asesinado por un misil sirio. En la serie se insiste constantemente en la bondad e inteligencia del Presidente Bartlet. Aparte de las cualidades innatas de cualquier político, “su liderazgo depende de la relación particular que tiene con sus seguidores, es decir, de lo bien que se lleve con todos aquellos a quienes tiene que liderar” (Nimmo, 1970). Entre ellos, se encuentran los votantes, el equipo gubernamental, los parlamentarios o congresistas y el partido político al que pertenece. “La comunicación presidencial está dirigida a todos estos grupos de seguidores, por medio de la creación de un liderazgo simbólico, es decir, de una combinación de lo que el Presidente es y de lo que él se construye con las técnicas de comunicación” (Denton y Hahn, 1986). Es ahí donde entra en juego la estrategia comunicativa preparada por el equipo presidencial, tan bien retratada a lo largo de las siete temporadas.  

En definitiva, lo que nos muestra esta serie es la necesidad que tiene el Gobierno de llevar a cabo una “campaña permanente”, lo cual implica el entendimiento de cada uno de sus miembros. Cualquier espectador se verá atrapado enseguida por la rapidez y trascendencia de los acontecimientos. A esto, hay que sumar la cuidada puesta en escena y la credibilidad que desprende cada una de las situaciones retratadas. Todo ello hace de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ una de las mejores series de los últimos tiempos ya que mediante unas excelentes actuaciones y un acertadísimo guión, consigue atrapar a partes iguales a crítica y público. 




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Pilar Piqueras Corchano (@karusa26)